El agua pura se congela a cero grados centígrados...y en el enunciado del anterior axioma se encuentra la respuesta a la pregunta que encabezaba esta entrada. Si conseguimos que la nieve - agua a fin de cuentas - no se encuentre en estado puro el punto de congelación será diferente. Si la nieve cae en un suelo con una temperatura superior a 0 grados ésta se convertirá en agua ; pero si la temperatura es inferior al punto de congelación y cae mucha nieve, es más que probable que se acumule conviertiéndose en hielo. La manera de evitar este efecto tan perjudicial para viandantes y vehículos es esparcir sal o un compuesto similar justo en el momento en que la nieve empieza a caer.
Cuando se inicia la precipitación de nieve los equipos de limpieza y emergencia deben estar preparados para esparcir la sal. Al principio es probable que la nieve no cuaje y se funda al contacto con el suelo, lo cual es una situación ideal : el agua disolverá la sal y no se formará hielo. Si hace mucho frío es probable que la nieve permanezca en el suelo desde el primer instante con lo que será necesario una aportación de calor para que funda. Esto se consigue con la simple fricción de las ruedas de los coches contra el asfalto o de nuestros pies sobre la calzada.
La disolución de sal en agua posee un punto de congelación muy inferior al del agua pura. Si en una cierta cantidad de líquido conseguimos que el 25% del peso total sea sal, el punto de congelación se producirá alrededor de los -23 grados centígrados. Esta concentración de sal es difícil de conseguir y en la práctica el punto de congelación acostumbra a ser más alto aunque suficiente para asegurar la circulación sin peligro de personas y vehículos frente a nevadas moderadas.
Durante una gran nevada se llegan a esparcir centenares de toneladas de sal cuya acción sobre el medio ambiente está siendo muy discutida.
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