Dejar de fumar nos asegura que nuestra salud va indudablemente a mejorar pero a corto plazo se presenta un efecto indeseable : empezamos a engordar.
La nicotina del tabaco envenena nuestro cuerpo desde el primer cigarrillo. Su acción provoca que la noradrenalina fluya por nuestro torrente sanguineo proporcionándonos un falso estado de bienestar. Cuando abandonamos el vicio del humo nuestro cuerpo se ha acostumbrado a esas inyecciones de placer que le proporcionaba cada cigarrillo y busca sustitutos. Comer calma el ansia del ex fumador facilitando un placer sedentario de intensidad similar y de manera inconsciente el individuo come más a menudo para reemplazar el efecto calmante de la nicotina.
Es difícil evitar este efecto así que antes de abandonar el tabaco conviene que estudiemos nuestro comportamiento para buscar suplentes de la nicotina que no nos resulten perjudiciales. Si sentimos que tras hacer ejercicio físico - generador de endorfinas - no precisamos fumar durante un considerable lapso de tiempo será recomendable que antes de caer en la tentación de la comida nos lancemos al gimnasio. Otras actividades que generan endorfinas y no dañan nuestra salud son practicar sexo, enamorarse o dar el pecho a un bebé. Elegid la que más os convenga.
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